Los hogares viven una crisis de valores

Sin títuloEn los últimos meses, varios casos de asesinatos envolviendo a las familias fueron publicados en las  noticias. Las historias relatadas son desagradables pero, por encima de todo, nos entristecen, porque nos muestran que muchos valores se han perdido, o incluso que nunca existieron en esos hogares y han llevado a sus integrantes a estas situaciones extremas. Claro que estas tragedias han existido siempre, pero hoy toman otras proporciones porque son transmitidas a tiempo real y de forma globalizada. Hoy, sin embargo, tienen otras connotaciones ante los valores de una sociedad materialista.

Para el psicólogo clínico Gelson Roberto, de la Asociación Médico-Espírita de Rio Grande do Sul, la familia puede ser tanto un factor protector de cualquier tipo de dolencia mental, como transformarse en un factor de riesgo para el desenvolvimiento de variadas disfunciones. “Estamos viviendo una época de abandono y falta de amor, abandono de los valores, de las relaciones, de soportar la vida y mantenerla cerca de nosotros, abandono de la esperanza, del otro y de nosotros mismos… Falta el amor que comprende, espera, tolera, toma de la mano, cuida y envuelve de manera profunda. Intensidad y superficialidad, en lugar de profundidad; desprecio y arrogancia, en lugar de respeto y humildad; descuido, en lugar de cuidado. Es eso lo que hemos visto”, declara. “Precisamos vernos nuevamente como familia. Percibir que cada grupo es una familia, que la sociedad en que vivimos es una familia, que la Tierra toda es una gran familia, el alma del mundo donde todos están conectados. Precisamos sentirnos familia. Solo así podemos servir como apoyo familiar”, completa.

El psicólogo clínico Rossandro Klinjey Irineu Barros, de la Asociación Médico-Espírita de Paraíba, concuerda con el colega y va más allá: “Vivimos una crisis de valores que alcanza todo el tejido social, de modo que la familia, como célula de ese tejido, refleja y al mismo tiempo sucumbe a tal crisis. Se trata, casi siempre, de familias desestructuradas, en las cuales los valores de fraternidad no son construidos de manera que eviten el surgimiento de un individualismo egoísta. Conforme a la respuesta de los espíritus, a Kardec, en la cuestión 775 del Libro de los Espíritus, tal relajación en los lazos de familia generaría un recrudecimiento del egoísmo en la sociedad”, afirma.

La mejor escuela

Todos saben que el hogar debe ser un lugar acogedor, de recogimiento, pero también la mejor escuela. En la convivencia estrecha con las diferencias, educamos sentimientos. En el libro El Consolador, Emmanuel dice que “la mejor escuela sigue siendo el Hogar, donde la criatura debe recibir las bases del sentimiento y del carácter”. Entonces, si faltan el amor, los preceptos morales y la educación, la familia enferma.

“La religión coloca al hombre en ligazón con Dios y con sus leyes. Coloca al hombre como creación de Él, como lo son también los planetas, las estrellas y las galaxias. Si todo es armonía en el universo, ¡ha de ser armonía también en nosotros! Entonces, nada debería amedrentarnos, porque sabiéndonos hijos de Dios, confiamos en su dirección. Jesús nos trajo la revelación de la inmortalidad del alma y de la felicidad en la vida futura. Conscientes, por la revelación espírita de que Dios no castiga, sino que todo obedece a las leyes de acción y reacción, podemos entender porque sufrimos y que el dolor es consecuencia de nuestras elecciones infelices e instrumento de mejoría de nosotros mismos. Somos inmortales y el sufrimiento es pasajero. Si aquellas familias que aparecen en los informativos, en esas tragedias supiesen esto, tal vez el desenlace hubiese sido otro. ¿Quién sabe si una de aquellas criaturas no sería el sustento de los padres? ¿Quién sabe, superados los días de privación, no aparecería una oportunidad de empleo? Aquel que cree en la vida futura, en la inmortalidad del alma y en la providencia divina, es capaz de superar los más terribles desafíos!”, analiza Ana Paula Vecchi, doctora en Ciencias Médicas, reumatóloga, pediatra y miembro de la Asociación Médico-Espírita de Goiás.

¿Y la familia, como está?

Estos son días desafiadores, en los que se ven familias destrozadas por sus propios miembros, señalando momentos penosos, en los tiempos de la transición planetaria.

La familia es un sistema que se define como saludable, o no, conforme esté operando funcional o disfuncionalmente, respectivamente.

Cuando goza de salud, se reviste de relaciones ricas en emoción – sus miembros se comunican abiertamente, y hay intercambios afectivos gratificantes; el hogar obedece a una jerarquía de funciones, en la cual la autoridad parental (padre y madre) queda asegurada para el debido cumplimiento de los papeles que les caben delante de los hijos: protección, nutrición, cuidados, afectividad, etc.

En el hogar equilibrado, existen reglas nítidas que regulan las interacciones entre los subsistemas: conyugal (esposos), parental (padres-hijos) y fraternal (entre hermanos), garantizando el buen desempeño doméstico, claramente percibido por la unión amorosa entre sus miembros y, al mismo tiempo, por la diferenciación y crecimiento de cada uno de sus integrantes. Esas normas estructuran la libertad responsable dentro del hogar, por medio de los derechos y deberes, que son bien definidos para todos los componentes de la familia.

La educación noble, comandada por los padres, establece valores y principios morales que van siendo esculpidos gradualmente, en cada elemento de la prole, creando ambiente y cultura de armonía y paz, lo que favorecerá, para todos, un futuro esperanzador y feliz.

Desempeño y comportamiento

Cuando la familia no observa ese desempeño, pierde su función, adolece y muestra que no está bien, por medio de su miembro más sensible y vulnerable, que asume comportamiento alterado, variando desde la simple irritación hasta la enfermedad orgánica; de la acción agresiva destructiva al uso de drogas; del desequilibrio emotivo hasta el trastorno psiquiátrico…

Eso es lo que se observa en estos días, cuando, con muchas excepciones la familia se resiente de la ausencia de una jerarquía padre-hijo, con pérdida de autoridad y de alteridad, presentando desobediencias, ora consagrados a los hijos dictadores, comandando padres inertes; ora, por medio de padres castradores y violentos que aplastan a sus hijos con rudos castigos, en lugar de la buena educación que podrían ofrecerles.

Se identifica, en casa, la diminución de la convivencia en los rituales familiares (comidas, conversaciones, entretenimiento compartido, acompañamiento en los estudios con los hijos, fines de semana juntos, celebraciones, etc.), con repercusiones negativas para la afectividad, que no tiene espacio para ser cultivada y permutada, generando carencias sentimentales inevitables. Sin contar con los perjuicios psicológicos, en base en los problemas del día a día, que se van acumulando como conflictos, porque dejan de ser tratados en un ambiente familiar de complicidad.

Se percibe que los valores a los que se rinde culto en casa pasan a centrarse en el éxito material y, a veces, hasta es estimulado el sacrificio de los principios morales, a fin de alcanzar objetivos estrictamente mercantilistas.

Se registra en el hogar amplia competición entre sus miembros, en una ausencia de solidaridad, como se fuesen oponentes, y no pertenecientes al mismo clan.

Se nota que la prole es inclinada al cumplimiento de un culto religioso, sin incentivo real hacia la vivencia de la religiosidad.

Círculo vicioso

También en este momento la sociedad, con valores muy diversificados y, muchas veces ambivalentes, viene, por medio de los grupos sociales que la componen, a replicar en los hogares lo que de ellos viene recibiendo, realimentando un círculo vicioso.

Así:

– Se multiplican loables academias para curar el cuerpo, pero escasean las inversiones en las academias de Educación, para permitir al pueblo la formación de ciudadanos saludables. 

– Se instalan en los canales de televisión (abiertos y privados), programas en los que todo vale – de los gladiadores modernos a los informativos estrictamente de crímenes. Aún son raras las iniciativas en el incremento de programaciones que incentiven el cultivo del arte (concursos de poesía, de música, de pintura, etc.)  y los nobles valores humanos, como las biografías de iconos pacifistas, incluyendo aquellos que recibieron el premio Nobel de la Paz.

– Se desdobla, al lado de la violencia virtual de los vídeo-juegos, la violencia real en las calles (en los atascos de tráfico, los asaltos, secuestros relámpago, etc.), aumentando la inseguridad y el miedo de las personas, que pasan a cultivar una gran carga de estrés.

– Se extienden la falta de las políticas públicas adecuadas para la salud, la educación, la seguridad pública, determinando la ignorancia, las enfermedades epidémicas y la tensión psicosocial en el pueblo.

– Es habitual la presencia de gestores públicos y políticos que malversan el dinero público, actuando criminalmente, y quedando impunes ante la revuelta de la población.

En fin, con todo este escenario externo presionando la estructura del hogar, no es de extrañar que la violencia doméstica asuma grandes proporciones, especialmente cuando se incluye la comprensión de la reencarnación, que trae espíritus muchas veces antipáticos o enemigos para convivir bajo el mismo techo, objetivando reconciliaciones ante un larguísimo pasado… Por no encontrar hogares revestidos de suficiente amor, capaces de asegurar el perdón libertador, esos espíritus dan margen al surgimiento de tendencias animosas de ayer, rehaciendo conflictos pretéritos con consecuencias imprevisibles.  

Igualmente, no se pueden olvidar las influencias espirituales negativas, que aprovechan la falta de análisis, vigilancia y oración, enseñadas por Jesús, para maximizar la agresividad hasta el nivel de la delincuencia, denunciando la lamentable desconexión entre los miembros de la familia y los espíritus guardianes, que en vano buscan tutelar a sus protegidos en el nombre de Dios.

Alberto Almeida es médico homeópata, terapeuta de familia y terapeuta transpersonal.

Folha Espirita – Numero 475 – Outubro/2013

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Entrevista a Claudia Werdine sobre la importancia de la Educación Espírita para niños y jóvenes

ClaudiaClaudia Werdine, casada, madre de 4 hijos, educadora espirita y maestra de la Enseñanza Fundamental.

En el Brasil inició sus actividades en la Doctrina Espírita como médium y miembro de la dirección de la Fundación Dr. Becerra de Meneses en Angra dos Reis, Río de Janeiro. Más tarde, fue invitada a trabajar en el área de la Educación Espírita Infanto-juvenil y durante 15 años fue directora del ese Departamento en la referida Fundación.

El amor por los niños y jóvenes está en su corazón y por eso lleva 25 años dedicándose a la Educación Espírita.

Vivió 8 años en Viena, Austria, donde estuvo al frente de las clases de educación infantil en el Centro Espírita Allan Kardec.

Hace 4 años vive en Madrid y es actualmente la coordinadora del área de la Infancia, Juventud y Familia en el Centro Espírita León Denis – CELD y una de las coordinadoras de la Comisión de Educación de la Federación Espírita Española.

Desde hace 7 años trabaja exclusivamente para la divulgación e implantación de la Educación Espírita Infanto-juvenil y Familia en los Centros Espíritas de Europa y es una de las coordinadoras de la Comisión Europea de Educación Espírita CEE, del Consejo Espírita Internacional.

Colabora también en la Revista Electrónica El Consolador, en la Revista Pedagogía Espirita, con los diversos boletines informativos y webs relativas a la Educación y Pedagogía Espírita.

e-mail: claudiawerdine@hotmail.com

1.- ¿Cuáles son sus conclusiones en base a su experiencia con los niños y adolescentes en Brasil?

El Brasil tiene una población de 190 millones de personas de las cuales casi 60 millones tienen menos de 18 años de edad, lo cual equivale a casi un tercio de toda la población de niños y adolescentes de América Latina y del Caribe. Son decenas de millones de personas las que poseen derechos y deberes y necesitan unas condiciones para poder desenvolverse con plenitud y con todo su potencial.

Con todo, la población infanto-juvenil es especialmente vulnerable y sensible a la violación de los derechos, a la pobreza y a la iniquidad del país. Los niños y los adolescentes se ven especialmente afectados por la violencia. Pese a los esfuerzos del gobierno brasileño y de la sociedad en general para hacer frente a los problemas, las estadísticas apuntan hacía un escenario desolador en relación con la violencia, principalmente en cuanto a los niños y adolescentes.

El gran problema que existe actualmente, que sea en Brasil o en cualquier parte del mundo, es una cuestión de carácter y solo se podrá solucionar a través de la Educación.

Como dice Joanna de Ângelis:

“El fracaso de las construcciones morales de la sociedad se debe, en particular, a la educación que no ha conseguido alcanzar al ser integral. Más preocupada por la transmisión de los conocimientos,  no se ha esmerado  en la formación de los hábitos nobles, en trabajar más por el desarrollo del intelecto que por los valores profundos de sentimiento.

…Como consecuencia de ello, acompañamos el progreso científico-tecnológico pero ahora es imprescindible ocuparnos de las necesidades del ser humano…”

Como la esencia del Espiritismo es la Educación y la Educación del Espíritu, la Federación Espirita Brasileña  lanzó en Brasil, hace 35 años, una Campaña de Educación Espírita Infanto-juvenil que pretende incentivar el medio espírita hacía una amplia concienciación en cuanto a la necesidad de educar a la luz del Espiritismo a los niños y a los jóvenes.

La Educación Espírita Infanto-juvenil representa una acción relevante para la formación de las nuevas generaciones mediante el estudio de la Doctrina Espírita y la vivencia del Evangelio de Jesús junto a los niños y los jóvenes.

Muchas cosas han cambiado ya en el panorama brasileño pero todavía nos queda un largo y arduo camino por delante.

2.- ¿Observa muchas diferencias entre la generación actual y las juventudes de otras épocas? ¿Son distintas sus problemáticas, o los problemas de fondo siguen siendo los mismos?

Es notoria la diferencia entre la generación actual y las juventudes de otras épocas, no solamente en relación a los jóvenes sino también respecto a los niños. A consecuencia de eso, las problemáticas, los problemas, los valores… son diferentes. Esto se debe a varios factores y principalmente al cambio de la institución familiar.

Podemos percibir que desde el inicio del siglo XIX hasta nuestros días hubo grandes modificaciones en la institución de la familia y los modelos actuales de la familia rompieron con la forma de educar a los niños y jóvenes.

La sociedad moderna se caracteriza por grandes cambios en los campos de la economía, de la política y de la cultura, afectando significativamente todos los aspectos de la existencia personal y de la vida social. Esos cambios repercuten fuertemente en la vida familiar, desde el modelo de formación hasta el que aporta el sustento, entre otros aspectos.

Como en todos los cambios que ocurren en la sociedad, la familia se vio aventajada en otros aspectos y diversas necesidades llevaron a la mujer a introducirse en el mercado laboral lo cual hizo que se volviera una pieza importante en el aporte financiero de la familia, siendo no raros los casos donde ella es la única proveedora. Este hecho, a su vez, ha promovido el alejamiento precoz de los hijos de la convivencia familiar lo que conlleva a que los padres compartan o transfieran su compromiso de educar a la escuela.

Fuera de casa es donde los hijos se instruyen y se ilustran pero es en el hogar familiar donde ellos verdaderamente se educan. Afuera, ellos ven lo que deben hacer y en casa, ellos ven cómo se hace a través de la conducta de sus padres. Por eso, la educación de los hijos reflejada hoy en la juventud actual es errónea o no tuvo lugar.

Es necesario comprender que cabe a los padres la gran responsabilidad de educar a los hijos, espíritus milenarios en busca de evolución.

Cabe destacar que no estoy en contra, de ninguna manera, de que la mujer trabaje, solo quiero recomendar que cuando esté en casa aprovechen el tiempo intensamente para estar con sus hijos, educando con amor, diálogo, comprensión y principalmente, dando ejemplo.

3.- ¿Qué diferencias observa, entre los niños y adolescentes brasileños con respecto a los españoles?

En mi opinión, de una manera general, no hay una “infancia o juventud brasileña” o una “infancia o juventud francesa o española” pues actualmente la infancia y la juventud presentan básicamente las mismas características en cualquier país.

A través de mis viajes para conferencias y seminarios por Europa, la convivencia con mis sobrinos en el Brasil, así como mi experiencia con mis 4 hijos que ahora ya son adultos, percibo en todas las clases sociales la búsqueda por las cosas materiales desde la infancia.

Algo que me asusta mucho hoy en día es el comportamiento de algunos niños y la vida que llevan. Recuerdo que cuando era pequeña me sentía feliz con unos sencillos juguetes, a veces fabricados por mi padre, mis abuelos. Juguetes que hoy en día no le harían gracia a ningún niño “actual”, sin embargo en aquella época a mí me hacían muy feliz. Aprender canciones, jugar siempre con las mismas muñecas, usar la misma mochila año tras año en la escuela me daba alegría, pero hoy en día los niños acaban de recibir un juguete y ya están queriendo otro, sobre todo si su amiguito ya lo tiene.

Amor, cariño, simplicidad, respeto hacia los mayores, solidaridad o disfrutar de las cosas simples de la vida, todo esto parece no tener su espacio en la vida de algunos de ellos.

Percibo una búsqueda del placer en la juventud, independientemente de las consecuencias y las pérdidas que esta búsqueda pueda acarrear a los jóvenes. Se observa un intenso deseo de “querer ser feliz en un tiempo récord”, de vivir el “ahora”. Y como ellos no saben dónde encontrar esa felicidad pues no fueron orientados desde la infancia y no tienen a sus padres en casa para un diálogo sincero y amoroso, parten en una búsqueda incesante de los placeres inmediatos, de las drogas, las sensaciones momentáneas…

Otro factor es que, desde el punto de vista religioso, las encuestas nos dicen que más del 60% de los jóvenes de entre 15 y 24 años dicen no tener ninguna religión y es por eso que, más de una vez, el materialismo predomina en la juventud.

Pese a que existen algunas excepciones, de un modo general veo a los jóvenes bastante enajenados. Poquísimos leen, inclusive entre los universitarios y es raro encontrar a jóvenes que tengan un proyecto de vida de valor.

4.- ¿Considera que los métodos de enseñanza y de desarrollo moral deben de ser los mismos en todos los lugares o se deben de adaptar a la idiosincrasia del país o pueblo donde se desenvuelven?

Encontramos en cada país, en cada ciudad, pueblo, Centro Espírita y en el ser humano, características de comportamiento, culturales, estructurales y evolutivas, tanto físicas como morales, que les son propios. Debemos siempre respetar estas diferencias y buscar métodos de enseñanza que atiendan a las necesidades y que sean eficaces para que alcancemos el mayor objetivo de nuestra vida, la evolución. Esta necesita ser física, intelectual y principalmente moral, una evolución que llegará con la Educación. El progreso físico e intelectual llevado a cabo hasta hoy en sus mayores proporciones, constituye un gran paso y marca la primera fase de adelanto general de una Humanidad impotente, no obstante, en vista de su regeneración.

Es preciso buscar siempre trabajar para alcanzar las características del Hombre de Bien tan maravillosamente descrito en El Evangelio según el Espiritismo, capítulo XVII. No debemos estar ansiosos por conseguir conquistar  una relación completa de las virtudes del Hombre de Bien descrito por los espíritus a través de Allan Kardec; aquél que se esfuerce en poseer, en esta vida, aunque sea una de esas características, estará en el camino que conduce a todos los demás.

Me gustaría resaltar entonces que, a pesar de las características y necesidades actuales de los niños y jóvenes, que son básicamente las mismas en los países, la metodología utilizada en el proceso educativo deberá adaptarse a la realidad cultural del país, del pueblo, del centro espírita. No podemos, por ejemplo, utilizar en España, Francia, Holanda, etc. los libros y manuales de Educación Espírita para la infancia y la juventud que son utilizados en Brasil sin las debidas adaptaciones de metodología, recursos didácticos…

5.- ¿Cuál cree que debe de ser el papel que jueguen los jóvenes en los Centros Espiritas? Siendo el futuro, la continuidad de la obra espirita, ¿cree que deben de ser protagonistas, asumiendo responsabilidades en las tareas propias del grupo?

La adolescencia es, como las demás fases del desarrollo humano, de gran importancia para el espíritu que se está preparando para asumir su verdadera identidad, efectuar una verificación de sus valores individuales y definirse como ser eterno.

En el joven aún es posible corregir y compensar faltas y deficiencias de la infancia, pero en el adulto la tarea de remodelación es normalmente mucho más difícil. Por eso, es de fundamental importancia que los Centros Espiritas ofrezcan la Educación Espirita a la juventud.

Cuidar de nuestros jóvenes, moldeándoles el carácter y la personalidad, bajo las directrices de las enseñanzas del Cristo, a la luz de la Doctrina Espírita es importante no sólo porque ellos son los continuadores del Espiritismo sino principalmente porque estaremos así, contribuyendo para la formación de adultos más equilibrados y conscientes de sus responsabilidades ante la construcción del Mundo del 3er Milenio.

Es necesario una integración del joven con el Centro Espirita. Integrar es propiciar al joven su adaptación en el Centro Espirita y en el Movimiento Espirita, ofreciéndoles oportunidades para tornarse elementos actuantes en el Centro Espirita, de acuerdo con sus potencialidades.

Objetivos de esta integración:

– Estimular la convivencia entre los más mayores y los jóvenes en el Centro Espirita;

– Asegurar la permanencia del joven en el Movimiento Espirita;

– Garantizar la continuidad del Movimiento Espirita, pues los jóvenes de hoy serán sus futuros participantes, coordinadores, dirigentes;

– Utilizar para dinamizar las actividades del Centro Espirita los recursos naturales que el joven ofrece: entusiasmo, buena voluntad, energía, alegría…

Hay diversas maneras de integrar al joven en la Casa Espirita, pues él puede ayudar a arreglar el local, auxiliar en las clases de educación infantil, distribuir mensajes a los participantes del Centro Espirita, mantener las jarras de agua para la fluidificación siempre llenas, mantener en orden los libros de la biblioteca, hacer la oración al inicio u final de las conferencias, leer mensajes al inicio de las conferencias, hacer un periódico para el Centro Espirita, ayudar con la pagina web del Centro, hacer Campañas de alimentos, de abrigos para el invierno, etc…

6.- ¿El papel que deben desarrollar los educadores espíritas ha de tener como prioridad “educar” en lugar de “instruir”?

Creo que uno de los problemas que encontramos hoy en día es la confusión que tienen las personas en relación con estas dos palabras.

Aunque en el lenguaje escrito y hablado estas dos palabras se confunden, se usa comúnmente la segunda en lugar de la primera, pero ellas se diferencian en sus significados y Allan Kardec sabía muy bien al afirmar que:

“…Es a través de la Educación más que de la Instrucción que se transformará la Humanidad…”

Encontramos un gran porcentaje de personas que se instruyen pero que no se educan. Es más triste entonces cuando encontramos a los espíritas que estudian tanto porque quieren instruirse y se olvidan de su educación.

Es necesario diferenciar y no confundir instrucción con educación. La educación abarca la instrucción pero puede haber instrucción sin educación.

La instrucción es más especialmente el aprendizaje de la ciencia, la educación es el aprendizaje de la vida; la instrucción desarrolla el talento, la educación forma el carácter. La misión de la educación es más elevada, es un arte más difícil.

Un factor vital en el proceso evolutivo es el equilibrio entre los diversos aspectos del desenvolvimiento. Sabemos que, a lo largo de nuestra jornada evolutiva, debemos desarrollar todas nuestras potencialidades – pensar (pensamiento), sentir (sentimiento) y hacer (voluntad) – y alcanzaremos  condiciones de ángeles en todas las virtudes y de sabios en todas las ciencias.

Por eso, educar, tanto para los fines de la existencia actual como para nuestros objetivos eternos, debe ser una acción que nos despierte así como a nuestros hijos y jóvenes, de manera equilibrada e integrada,  todas las fuerzas del alma. La Educación debe ser dirigida al sentimiento y la instrucción a la inteligencia para formar personas saludables en cuerpo y alma.

Me gustaría resaltar que un educador espírita no debe tener como prioridad sólo educar o instruir a los niños/jóvenes, sino estar constantemente en proceso de auto-perfeccionamiento.

La capacidad de educar va mucho más allá de los conocimientos técnicos adquiridos en un curso de Pedagogía. Ser educador es mucho más que ser un profesor. Para ser educador no basta con tener un conocimiento de las teorías, aplicar metodologías, es preciso tener una predisposición interna, una comprensión más amplia de la vida, un esfuerzo sincero de querer promover su propia educación ya que un verdadero educador es aquél que antes de hablar, da ejemplo; antes de teorizar, siente y antes de ser un profesional es un ser humano.

7.- ¿Si los niños presentan dificultades o rechazo a la educación espirita, que pautas nos sugiere para superar estos escollos?

Normalmente los niños no presentan dificultades o rechazo hacía la Educación Espírita. Lo que sí puede pasar es que un niño no quiera ir a clase por falta de interés debido al poco entusiasmo y/o preparación del educador, así como falta de estímulo, incentivo o compromiso por parte de los padres.

Por eso, para que los niños se sientan motivados y frecuenten las clases del Centro Espírita es necesario un trabajo en conjunto entre el educador y la familia.

La figura del educador es de fundamental importancia en este proceso pues él es el polo de energía emuladora que creará el ambiente ideal para el trabajo. Sus palabras, sus gestos, sus pensamientos y sentimientos son extremadamente importantes en el proceso educativo. Él tendrá que propiciar las actividades adecuadas para que ocurra una interacción entre el niño y el medio físico y espiritual, con el fin de que él pueda vivenciar las actividades y despertar el interés por las clases y construir su propio futuro. Estas actividades deben ser dinámicas, divertidas, bien planificadas por el Educador que debe buscar una metodología y unos recursos didácticos que estimulen la participación activa de los niños.

En cuanto a la clase, cabe a los educadores la exposición teórica y la ejemplificación de las enseñanzas del Evangelio y de la doctrina espírita, suministradas metódica y sistemáticamente en sus gradaciones pedagógicas. En el hogar, cabe a los padres la demostración práctica, la vivencia diurna y real de las lecciones a través de los ejemplos que ellos puedan dar, cada día, cada hora, en el ámbito de la convivencia.

8.- ¿Cómo podemos presentar la doctrina a los jóvenes para que les sea atractiva y sugerente, con el suficiente estímulo para abrazarla con entusiasmo y fe?

Es preciso pensar primero en los jóvenes de familia espírita y después pensar en atraer a los que no son espíritas.

Para muchos padres y para la gran mayoría de los adolescentes, las clases ofrecidas por el Centro Espírita son comparadas con las clases de catequesis que pueda impartir la Iglesia Católica.

Es necesario primero un arduo trabajo de sensibilización de estos padres espíritas para que le vean la importancia a la Educación Espírita para el futuro de sus hijos, no solo para los jóvenes sino también para los niños. Es muy interesante cuando observamos en el Centro Espírita la presencia asidua de los frecuentadores, trabajadores y dirigentes que no traen nunca a sus hijos. Y yo me pregunto: “Si la Doctrina Espírita es importante para ellos, ¿por qué no lo iba a ser también para sus hijos, esos preciosos tesoros que Dios puso entre sus manos?”

Con frecuencia escucho a padres espíritas que se justifican diciendo que no saben si forzar o no a sus hijos a frecuentar las clases de infanto-juvenil en el Centro Espírita. Vale la pena recordar aquí las palabras de Divaldo Pereira Franco en el libro “Diálogo con los Dirigentes y Trabajadores Espíritas”; dice lo siguiente:

“Hemos oído a algunos compañeros afirmar: yo no quiero forzar a mis hijos a ir a las clases de Educación Espírita porque soy muy liberal o porque el niño/joven se pueda quedar con trauma; Más bien se podría decir “porque no tengo fuerza moral”. Si un hijo está enfermo, se le obliga a tomar medicamentos, si un hijo no quiere ir a la escuela, se lo obliga a ir. Justifican el uso de medicamentos pero no la “educación espirita”. No creen en la religión que abrazan cuando afirman: “le dejaré crecer y después que elija él”. “Para mí – añade Divaldo – es lo mismo que dejarle contaminarse con el tétanos u otra enfermedad y después aplicar un medicamento fuerte para la cura”

Bueno, tras la llegada de los jóvenes en el Centro Espírita empieza la responsabilidad del educador en presentar la Doctrina de una manera atractiva, entusiasta, lógica y racional, lo suficiente para que los jóvenes la abracen con entusiasmo y fe.

La iglesia Católica y muchísimas otras iglesias y religiones, incluido el Espiritismo de cierta forma, perdieron el contacto con los jóvenes. Los obispos, sacerdotes, catequistas, padres y educadores espiritas de estos jóvenes no hablan un lenguaje que sea interesante para ellos. A consecuencia de ello, se adhieren por un tiempo pero luego abandonan la práctica de la religión de los padres, o bien desde el principio rompen con ella sin drama ninguno con una estudiada indiferencia.

¿Por qué ocurre eso?

Los jóvenes católicos por ejemplo, dicen que la culpa es de la iglesia, que no tiene un lenguaje agradable e interesante como los que promueven espectáculos y series en la televisión y en la radio. Dicen claramente que les gusta más las comunicaciones de la radio, la música, los presentadores de televisión, los artistas, porque ellos hablan de un mundo que corresponde más a su realidad o a sus sueños. Por eso llenan estadios para ir a escuchar un artista y pagan caro por ello, sin embargo no sienten el mismo interés en oír a los predicadores religiosos. Algo les falta…

Ciertamente ocurre lo mismo con la evasión de los jóvenes espíritas.

¿Qué hay que hacer para que los jóvenes se interesen por la Doctrina Espírita?

Doctrina eminentemente racional, el Espiritismo dispone de vigorosos recursos quesuperan todos los límites, alcanza los más amplios horizontes, atiende a los más nobles intereses y posee un ideal capaz de impulsar el verdadero progreso. Atravesando fronteras, ejerce una función en ambos planos de la vida permitiendo una mayor comprensión, señalando objetivos de gran alcance y valor moral.

La juventud es un período propicio para la reflexión acerca de la vida y el alineamiento de los objetivos reencarnatorios, mediante los contextos y las posibilidades que se presentan, convidando al joven al ejercicio del auto-conocimiento, de la reforma íntima y el cultivo de actitudes responsables por medio de su libre albedrío y del reconocimiento de la Ley de Causa y Efecto. Se Identifica, en ese momento, el benéfico efecto del estudio y de la vivencia del mensaje cristiano, a la luz de la Doctrina Espirita, cuyo conocimiento fortalece las almas juveniles para la adecuada toma de decisiones y para la elección de caminos saludables y armonizados a las enseñanzas espíritas.

El proceso de aprendizaje es dinámico y personal. Toda y cualquier mudanza de comportamiento del ser humano implica reflexión y consciencia de su realidad existencial. No basta simular esta realidad, el joven debe estar en ella inmerso. Por eso, la metodología empleada debe ser aquella que haga parte de la realidad diaria del joven.

Para facilitar el proceso enseñanza-aprendizaje y la madurez del joven en lo que respecta del despertar de su consciencia moral, es importante:

– Trabajos en grupo que proporcionen al joven actividades con otros jóvenes facilitando el proceso de convivencia fraterna en los patrones de solidaridad y tolerancia, además del importante intercambio de experiencias

Análisis de situaciones y experiencias reales a través de debates, mesas redondas, etc., ya que el joven está inserto en un mundo de permanentes cambios y bajo la influencia de los medios de comunicación, además de, en función de su etapa de desarrollo, descubrir situaciones y relaciones sociales diversas en su cultura. Ese todo que el joven percibe, precisa ser analizado e reflejado cuidadosamente, de modo que él pueda construir sus valores dentro de los principios cristianos.

 Por eso, buscando garantizar el éxito de los objetivos propuestos, las aulas deben ser:

Dinámicas y desafíos – que despertando el interés y la curiosidad del joven, proporcionen su participación activa, llevándolo a la aplicación de soluciones evangélico-doctrinarias para resolver los problemas cotidianos;

– Significativas – que puedan ser comprendidas y asimiladas por los jóvenes, conforme los objetivos pre-establecidos de acuerdo con su nivel de interés;

Individuales – que estén al nivel de cada joven en particular, permitiendo la atención de las diferencias individuales;

Interactivas – de forma espontanea y gradual, ofreciendo apoyo, seguridad, incentivo y respeto a su capacidad como Espíritu.

9.- ¿Considera prioritario el ejemplo de los espiritas adultos, mostrando una doctrina dinámica, alegre, sugerente, no exclusivamente sujeta al estudio metódico y mecánico?

Ante todo me gustaría destacar la importancia del ejemplo del espírita de una manera general y no solamente en relación con la manera de presentar la Doctrina Espírita.

Ser espírita, en la acepción plena de la palabra es comprometerse en un proceso de auto-educación.

Elevar, transformar, despertar conciencias a través de su ejemplo, contribuyendo a un cambio interno de los hombres que redundará también en una evolución externa, ésta debe ser la meta de cualquier espírita.

Para que las personas abracen el Espiritismo, es necesario presentarlo y estudiarlo sin prepotencia, sin austeridad excesiva, sin pretender poseer la verdad absoluta, sin autoritarismo. Debemos presentarlo y estudiarlo como quien quiere servir, haciendo brillar nuestro empeño en ser mejores, nuestra fidelidad hacía los principios éticos fundamentales, nuestra sede intelectual… procurando compartir nuestra llama interior.

Un estudio metódico, regular, minucioso y serio no necesita y no debe ser mecánico. Irradiar optimismo, disposición, energía y entusiasmo debe ser una consecuencia natural de los estudios. Por eso es importante elegir adecuadamente las técnicas de enseñanza que podemos y debemos utilizar en nuestros estudios.

 Bibliografia:

·       La Codificación Espirita

·       La Educación segun el Espiritismo –  Dora Incontri – Feesp

·       Allan Kardec – Meticulosa Investigación Pesquisa Bibliográfica – Zêus Wantul e Francisco Thiesen – FEB

·       Educación del  Espíritu – Introdución a la Pedagogia Espírita – Walter Oliveira Alves

·       La Pedagogia Espírita  –     J. Herculano Pires

·       Mensaje de Becerra de Meneses sobre la Importância de la Educación Espírita Infanto-juvenil en la formación de la Sociedad del Tercero Milênio (Reformador 1985)

·       Por los Camiños de la Educación – Cecilia Rocha – FEB