La Educación tiene carácter de urgencia.
En la tarea de educación deben ser invertidos los mejores recursos de que se pueda disponer, a fin de que se culminen los objetivos elevados en pro de una sociedad más justa, y, por tanto, feliz.
Deseando hombres nobles en el futuro, se debe educar al niño desde hoy.
Educar y fomentar la vida bajo cualquier aspecto en que se presente.
El alcance del verbo educar envuelve el compromiso espiritual de crear, desenvolver y estimular los valores transcendentes del ser, no atendiendo, a penas, cualquier programática exclusivista, cuya óptica distorsionada limita el vasto campo de sus realizaciones.
Por eso, el Espiritismo es una doctrina esencialmente educativa, plasmadora de funciones y adquisiciones del saber eterno, porque penetra en las causas generadoras de los fenómenos humanos, solucionando los problemas vigentes donde quiera que se manifiesten.
De esa forma, la educación espírita da profundidad, en tanto no se limita a la contribución de recursos intelectuales, artísticos y convencionales, sino a la ecuación de los desafíos evolutivos, preparando al individuo para tentativas elevadas y grandiosas.
No hay porque descuidar el deber de la educación de todos los hombres, especial y principalmente del niño y del joven.
La educación es compromiso de todo día e instante, en razón de su complejidad.
La educación espírita – que se basa en el amor y en la instrucción, que iluminan la consciencia y libertan al ser de las imposiciones perniciosas – tiene como instrumento el ejemplo del educador que debe pautar la conducta por lo que enseña, superándose en los actos, de modo que las semillas de que se sirve, de calidad superior, se manifiesten en forma de paz y realización en sí mismo.
Allan Kardec, como Jesús, fue educador, enseñando y viviendo las lecciones de que se hizo intermediario con elevada abnegación y estima por la criatura, en consecuencia, por la humanidad.
Parafraseando a Jesús, que dijo: “Solamente por el amor será salvado el hombre”, nos permitimos afirmar que “Solamente por la educación serán salvos el amor y el hombre.
Benedita Fernandes
(Del libro Antología Espiritual, psicografía de Divaldo Franco)
Benedita Fernandes nació el 27/6/1883, en Campos Novos de Cunha (SP) y desencarnó en Araçatuba el 9/10/1947. Benedita se transformó en pionera de la asistencia social espírita en toda la región Noroeste del Estado de São Paulo, al fundar la Asociación de las Señoras Cristianas, el 6/3/1932, en Araçatuba. Ella es una de las pioneras de los Hospitales Psiquiátricos Espíritas. Además de la obra asistencial actuó como médium, principalmente pasista, y dejó mucho