En los límites situados entre la costra terrestre y el plano espiritual veíase un alma luminosa desplazándose entre los núcleos de sufrimiento y dolor. Acogía en su corazón amoroso Espíritus desorientados, almas dementes y perdidas que deambulaban de un lado para otro, sin rumbo, ajenas a lo que acontecía a su alrededor, por traer la mente prisionera de recuerdos amargos, de acontecimientos infelices, manteniéndolas cautivas de los propios actos infelices, cometidos con anterioridad.
Aquella figura luminosa acogía a todos con paciencia, con tranquila y profunda serenidad. Les extendía las manos, los abrazaba, enjugaba sus lágrimas, les susurraba palabras amables y, gentil, les apuntaba un nuevo camino.
El trabajo incesante de ese alma generosa era visto, día y noche, por todos los que pasaban por aquellas regiones, despertando la atención de Espíritus Benefactores que comprendiéndole el elevado objetivo, pasaron a auxiliarla.
Con el paso del tiempo, se constituyó una caravana silenciosa que, sin temor, osaba convivir con la miseria moral, irguiéndole el ánimo, amparando toda suerte de sufridores y mutilados del espíritu.
La noticia de la existencia de esa caravana humanitaria inmediatamente se esparció por los vastos dominios de las sombras, produciendo diferentes reacciones: esperanza y aceptación por los que buscaban protección espiritual, o repulsa y persecución por los desorientados y endurecidos, los cuales colocaban trampas en el trayecto del amoroso equipo del bien.
Nada, sin embargo, alejaba a aquel grupo singular de la realización de acciones en el bien, acrecentado cada vez más por un número de Espíritus que, unidos, extendían manos amorosas a los hermanos y hermanas en sufrimiento.
¿Quién sería aquella misteriosa alma que se dedicaba, anónimamente, al incesante trabajo del bien, atrayendo cooperadores por la fuerza de sus sentimientos elevados? ¿Quién sería aquella admirable mujer que por donde transitaba, hacía surgir núcleos de devoción a los olvidados y perdidos en el dolor?
Tuvimos la oportunidad de conocerla personalmente cuando participamos de una excursión de aprendizaje y rescate de hermanos mantenidos en regiones insalubres.
Estábamos pasando por algunas dificultades, inherentes a la tarea, cuando ella y su equipo se asociaron, naturalmente, a nuestro grupo, centuplicando nuestras fuerzas, cooperando en diferentes servicios, aún los más humildes, rudos y groseros.
Admirados, preguntamos:
– ¿Quién sois vos, venerable hermana, que demostráis tanto amor a los que sufren?»
Una leve y simpática sonrisa bailó brevemente en sus labios y ella nos respondió, gentil:
– «No soy nadie!!…»
– ¿Cómo?” – Indagamos sorprendidos.
– «Nadie importante.” – nos respondió, rápidamente – “Sólo un alma que estaba perdida y fue encaminada al bien por los lazos de la evangelización.»
Y prosiguió, serena, con su historia.
– «Criminal reconocida, renací en razón de una relación casual. Continuamente agredida desde pequeña, fui abandonada y transformada en niña y joven habitante de las calles de la ciudad. Viví entre la llamada escoria humana, olvidada de todos y pasando por privaciones inconcebibles.
Pero, a los 12 años de edad, mi existencia se transformó: vi una casa espírita donde, al anochecer, me recogí bajo sus marquesinas… El día había comenzado cuando desperté asustada, oyendo risas y griterío de niños que, cercándome, me apuntaban con el dedo, curiosos. Seguidamente, abriéndose el grupo a mi alrededor, una evangelizadora se aproximó. Me tocó cariñosamente el rostro y me sonrió con afecto.
¡Yo conocí el paraíso en aquel momento! A él fui transportada por un simple gesto de afecto, por la sonrisa de aceptación y por el acogimiento que brillaba en los ojos cristalinos de aquella joven.
– ‘Venga conmigo’, me habló en voz baja. ‘Usted debe tener hambre!’.
Comí pan con margarina y un poco de leche. ¡Un manjar de los dioses!
Ya alimentado el cuerpo, la joven evangelizadora me habló, entonces:
– Ahora, mi nueva amiguita, voy a darle un alimento que es mágico, pues usted nunca más tendrá hambre: ¡Jesús! ¿Usted oyó hablar de Él?
¡Evangelización!
¡Evangelizadores!
¡Bendecidos seáis todos!
Meimei
Mensaje recibido en la FEB el día 16/07/2015, psicografada por Marta Antunes de Moura y compartida en el Encuentro Nacional del área de la Infancia y Juventud, en Brasilia.
Traducido por Valle García
Hola dentro de ese relato , se vuelve de nuevo a comentar la situación de los desencarnados , un poco como en el famoso umbral , que dicho sea de paso NO ESTA reflejado para nada en la codificación , y debe tomarse como opinión personal, el estado de los desencarnados se explica muy bien en la codificación y no existe esos mundos de miseria semimaterial , libro de los espíritus , desde la 223 esta la 233 , explica claramente la situación de los espíritus desencarnados .
Hola no se si mi comentario ha sido publicado